martes, febrero 05, 2008

"La Insoportable Levedad del Ser", de Milan Kundera

Sintió en su boca el suave olor de la fiebre y lo aspiro como si quisiera llenarse de las intimidades de su cuerpo. Y en ese momento se imaginó que ya llevaba muchos años en su casa y que se estaba muriendo. De pronto tuvo la clara sensación que no podría sobrevivir a la muerte de ella. Se acostaría a su lado y querría morir con ella. Conmovido por esa imagen hundió en ese momento la cara en la almohada junto a la cabeza de ella y permaneció así durante mucho tiempo.

Ahora estaba junto a la ventana e invocaba ese momento. ¿Qué podía ser sino el amor que había llegado de ese modo para que él lo reconociese?

Pero ¿era amor? La sensación de que quería morir junto a ella era evidentemente desproporcionada: ¡era la segunda vez que la veía en la vida! ¿No se trataba más bien de la histeria de un hombre que en lo más profundo de su alma ha tomado conciencia de su incapacidad de amar y que por eso mismo empieza a fingir amor ante sí mismo? ¡Y su subconsciente era tan cobarde que había elegido para esa comedia precisamente a una pobre camarera de una ciudad perdida, que no tenía prácticamente la menor posibilidad de entrar a formar parte de su vida!

Miraba a través del patio la sucia pared y se daba cuenta de que no sabia si se trataba de histeria o de amor.

Y le dio pena que en una situación como aquella, en la que un hombre de verdad sería capaz de tomar inmediatamente una decisión, él dudase, privando así de su significado al momento mas hermoso que había vivido jamás (estaba arrodillado junto a su cama y pensaba que no podría sobrevivir a su muerte).

Se enfadó consigo mismo, pero luego se le ocurrió que en realidad era bastante natural que no supiera que quería: El hombre nunca puede saber que debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores.

No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero que valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro.

"Einmal ist keinmal". Lo que solo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca. Si el hombre solo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto.

1 comentario:

Berrysand dijo...

No hace mucho leí este librito de Kunderaboy y si bien casi hasta la mitad del libro, lo leí sin parar, hubo un quiebre que hizo que desde allí casi se me hiciera insoportable leerlo...
No sé bien, cuál fue el motivo, pero me sigo quedando con La Broma...

saludis!