Me avergüenza ser mendocino

Todavía estoy intentando asimilar y poder pasar a palabras los últimos acontecimientos políticos ocurridos en el país y relacionarlos con una serie de hechos vinculados al título del post.

Estoy convencido que una provincia que es la cuarta del país en cuanto a cantidad de habitantes. Que es la cuarta del país en cuanto a superficie. Que supo acoger una de las mayores gestas históricas, como fue la gesta libertadora de América, actualmente no está a la altura de las circunstancias políticas e históricas que el país le demanda.

Lo ocurrido hoy por la madrugada no me sorprende. Me lo veía venir. Mendoza es una provincia cuya población, se jacta con orgullo de ser una sociedad conservadora. Es una provincia que se caracteriza por su excesiva apatía, indiferencia, falta de compromiso frente a los importantes momentos históricos. Es una provincia que vivió con confortable calma una de las dictaduras más cruentas de la historia latinoamericana, como la del ’76. Es una provincia que alberga entre su esquema electoral un partido rancio y obsoleto como el Partido Demócrata.

También da para pensar que en los ’90 varios de los responsables de la privatización, de la desregulación de mercado y de llevar a la Argentina a uno de los peores momentos de su historia económica, hayan sido Vila, Manzano, Dromi, Grosso, entre otros. Que en el 2001, el principal implicado en la causa de sobornos en el senado para aprobar la ley de flexibilización laboral haya sido Flamarique. Y que hoy por la madrugada, el responsable de llevar al país a un nuevo momento peligro y debilidad institucional haya sido Cobos. ¿Qué tienen en común todos estos personajes nombrados? Adivinaron, todos son mendocinos.

Por estas, y muchas otras razones más es que digo con vergüenza que soy mendocino. Sin embargo no escribo esto para protestar o reclamar, sólo para demandar, ya que sé que podemos ser mejores.